Tradiciones religiosas [editar]
La segunda pregunta en surgir de la muerte humana y tal vez la más interesante es: ¿Qué ocurre a los seres humanos tras la muerte?. Realmente, lo que se preguntan es qué ocurre con las facultades mentales de la persona que ha fallecido. Unos creen que se conservan gracias al espíritu que impelía a su mente, elevando su estado de conciencia a realidades aun mayores, otros creen en la migración del alma de un ser humano tras su muerte a un plano físicamente inalcanzable. Preguntas sobre la existencia de la vida después de la muerte o la reencarnación continúan hoy sin resolver, principalmente por su alto contenido de emotividad, aspecto que ciega a los procesos racionales de la mente. Razonar con personas que han depositado sus esperanzas en ideas insostenibles desde el punto de vista racional, provoca violencia, o una lucha interna por conservar sus valores que le permiten a su mente retroalimentarse de la forma que lo hace.
La religión cristiana considera la muerte como el fin de la permanencia física del hombre en su estado carnal, el espíritu abandona el cuerpo físico que se deteriora y que es incapaz de sostenerse bajo las leyes de este universo finito, la unión del espíritu y del cuerpo constituyen el alma.
Según la religión cristiana de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, (Mormona), el espíritu que abandona el cuerpo es semejante en apariencia al que deja en estado carnal, pero en su forma más joven. Los conocimientos adquiridos, la apariencia física se conservan pero en un estado de perfección intangible para este mundo y más puro.
El Mundo de los Espíritus es paralelo al este mundo y su relación con el Ser Supremo es más directa, este mundo tiene una división en un lugar llamado Paraíso, para aquellos que fueron justos y el otro, el de los espíritus encarcelados quienes cometieron pecado, fueron injustos y abominaciones ante Dios, es la última oportunidad de redimirse antes de un llamado Juicio Final. Aquellos espíritus que acceden al Paraíso tienen la oportunidad de volver a ver a sus seres queridos que ya habían partido.
El Paraíso es un mundo dinámico donde se realiza una interacción con la obra de Dios para con los hombres en la tierra mediante ministerio de ángeles. Según esta religión la obra de Dios se resume en las siguientes frases: -"Esta es mi Obra y mi Gloria, llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre"-
Muchos antropólogos creen que los entierros dedicados de los Neandertales son evidencia de su creencia en la vida después de la muerte.
Las últimas realidades [editar]
En escatología(conjunto de creencias y doctrinas sobre el destino final del hombre y del universo), las realidades últimas suelen dividirse en dos tipos: las que serían para cada persona como individuo (muerte, purgatorio, cielo, infierno) y las que serían para toda la humanidad (parusía(significa presencia o llegada), resurrección, juicio final).
Se debe recordar que las realidades escatológicas, y toda la escatología en sí, no son una cronología del fin, el estudio de la escatología no permitiría deducir el orden y tiempo de los acontecimientos que sucederían al fin ni de la vida de cada persona, ni de la historia humana. Todas las realidades escatológicas tienen las dimensiones actual (ya están sucediendo), como futura (pero todavía no son plenas, sino que lo serán al final por medio de Dios), por lo tanto, como en el Antiguo Testamento y sus promesas, el llamado no estaría hecho para quedarse esperando (por mucha fe que se tuviera), sino en el poner manos a la obra para conseguirlo.
Por eso mismo, la escatología no debería ser tema que provocara miedo sino esperanza, y como las esperanzas del AT que sirvieron para que el pueblo de Israel actuara en consecuencia hacia Dios, las esperanzas de la escatología cristiana deberían permitir actuar con esperanza en el fin y no con miedo.
Las realidades escatológicas tampoco se dividen en individuales y universales como si unas sólo ocurrieran para cada persona y otras para todas las personas. Unas y otras se relacionan e intervienen entre sí: el juicio ocurre con la humanidad pero también cada quien tiene su propio juicio, el cielo significa el sentido absoluto de la vida de cada quien pero al mismo tiempo es el sentido de toda la humanidad y su historia, etc.
Las últimas realidades de la humanidad [editar]
La Parusía [editar]
Artículo principal: Parusía
Artículo principal: Segunda Venida
Una de las promesas más importantes del cristianismo es la de la llamada Parusía o Segunda Venida de Cristo.
En la cultura griega, la palabra parousia (que significa presencia y llegada) se aplicaba generalmente al hecho de una visita solemne del rey o emperador a una región remota del reino o imperio. En el cristianismo, el término se utiliza para referirse al evento que sucedería cuando Cristo volviera en gloria.
Se puede decir que según lo relatado en los Evangelios, Cristo vino en esa época "en humildad". Hoy en día, los cristianos dicen que Cristo viene "escondido" (donde dos o tres se hallen reunidos en mi nombre, ahí estaré yo (Mt 18:20), cuando hicieron estas cosas con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron (Mt 25:40)), etc. Al final, según la esperanza escatológica, Cristo vendría "en gloria".
Se debe aclarar primero que Parusía no significa literalmente un "retorno", como si la Parusía significara para los cristianos que Cristo regresará para repetir lo que ya hizo y como si hoy en día se encontrara "ausente". Parusía significa entonces en ese contexto la presencia de Cristo plena y aumentada, de forma que toda la realidad se transforme completamente con su presencia, de la misma manera que hoy en día se dice que está ya presente, transformando poco a poco la realidad actual.
Como toda realidad escatológica, la Parusía abarca entonces los dos extremos:
- De cara al futuro, Cristo vendría el día en que comenzará plenamente su Reinado. En ese entonces se dice que toda la realidad se transformará y lo viejo se tornará nuevo.
- De cara al presente, Cristo estaría presente ya en medio de nosotros, transformando la realidad actual en el amor al prójimo, en la búsqueda de la justicia, en el hacer comunidad fraterna, etc.
La Resurrección [editar]
Artículo principal: Resurrección
Por lo general se piensa que el contenido de la fe y esperanza del cristianismo se dedica únicamente a la fe en una vida después de la muerte. Sin embargo, esto en realidad no es del todo cierto, aunque la Resurrección es una de las esperanzas más importantes de la escatología cristiana.
¿Cuándo comenzó a creerse en la resurrección? [editar]
Antiguamente, los hebreos no se preocupaban ni siquiera por el problema de la vida después de la muerte. El asunto de lo que sucede al morir no les preocupaba, pues sus esperanzas estaban ya centradas en cosas concretas: el poseer una tierra próspera y con paz, y en el tener descendencia. Antes bastaba con pensar que los muertos iban a un "reino del olvido" (el she’ol).
Varios siglos más tarde, cuando las esperanzas políticas de Israel se derrumbaban, iba quedando más claro que no siempre se iba a contar con una tierra que poseer, y la descendencia no siempre perduraba o ni siquiera llegaba en tiempos de guerra. Por otra parte, se experimentaba cada vez más crudamente la realidad de que no siempre le iba bien al justo, mientras que al injusto le debería ir mal y en realidad prosperaba (véase el Libro de Job).
De esta forma, comenzó a nacer en la consciencia del pueblo hebreo la idea sobre lo que sucedería después de la muerte, ya que las realidades terrenas no estaban aseguradas, y que si en realidad Dios es justo, le debería ir necesariamente bien al justo, pero esto se haría realidad si no en vida, al menos sí después de morir. La literatura apocalíptica es ejemplar en este caso, ya que abundan las imágenes sobre la resurrección de los muertos en el día de Yahveh, cuando Dios intervenga definitivamente en la historia para acabar con el mal.
En tiempos de Jesús, el tema de la resurrección era todavía muy discutido: la corriente de los fariseos afirmaban que existía la resurrección, mientras que la de los saduceos (aristócratas, conservadores, aliados políticos del poder dominante) se atenían a la antigua tradición y no creían en la resurrección (como tampoco en la venida del Mesías). Jesús por su parte, era partidario de la resurrección, y creía firmemente en ella afirmando:
Dios es un Dios de vivos, no de muertos (Mc 12:18-27).
Como anécdota del enfrentamiento entre estas dos posturas, se recuerda cuando Pablo fue llevado a juicio por fariseos y saduceos que buscaban matarlo, y cuando se le preguntó por qué había sido apresado, contestó, refiriéndose a Cristo, que me tienen preso por creer en la resurrección de los muertos, lo que provocó una discusión tan fuerte entre fariseos y saduceos sobre si existía o no la resurrección, que Pablo salió ileso en esa ocasión. (Hch 23:6-9)
¿Qué significa la resurrección? [editar]
Resucitar en el contexto de la fe cristiana, no es lo mismo que revivir; resurrección no es lo mismo que reanimación, como si resucitar significara volver otra vez a la misma vida para continuar envejeciendo, enfermando, y muriendo otra vez algún día.
Resurrección para el cristianismo significaría nacer a una vida nueva, distinta de la anterior, en la que no quedara lugar para las mismas cosas de la vida anterior: muerte, enfermedad o pecado. La resurrección también hablaría de la fe en un Dios justo con los que hacen caso a su llamado de vivir como hermanos, y por eso aunque en vida se hubiera sufrido siendo fieles a ese llamado, por la resurrección el justo obtendría una vida nueva en la que Dios le hiciera justicia también contra los sufrimientos que tuvo en vida.
¿Cuándo sucedería la resurrección? [editar]
Puesto que resucitar significa tener un sentido nuevo para la vida, se podría decir que la resurrección se lleva a cabo cada vez que una persona se convierte, cuando se da cuenta del mal que ha hecho y decide restaurar las cosas, y cuando deja por fin atrás al hombre viejo que alguna vez fue y comienza a vivir una vida nueva, aún dentro de la misma vida física que su hombre viejo tuvo. En ese sentido se puede decir que la resurrección ocurre ya en quien se convierte.
Por otro lado, aún viviendo una vida libre de pecados y situaciones enajenantes, la muerte física le llegará a todo ser humano, la muerte así vista es una cuestión natural. Esto puede resultar frustrante al preguntarse ¿para qué esforzarse por un mundo mejor si de todas formas todos llegan a lo mismo y desaparecen de este mundo? Es ahí donde entra en juego la fe en la resurrección a pesar de la muerte: puesto que Dios sería el principio de toda vida, y a él es llamado todo hombre desde que nace hasta que muere, al terminar la vida las cosas no podrían quedarse en un fracaso sin sentido: Dios llamaría aún al hombre muerto y este resucitaría, con la opción de vivir para siempre en la plenitud de vida que es Dios. En este otro sentido se podría decir que la resurrección ocurre al final del tiempo de la vida de cada ser humano.
Todas las esperanzas escatológicas contienen también una plenitud al final. La resurrección no es la excepción, y en este caso al final del tiempo, la resurrección se llevaría a cabo de manera plena para todos. Esto no quiere decir que la resurrección al morir sea distinta a la resurrección al final del tiempo. Son la misma resurrección desde dos puntos de vista diferentes, pues para todo aquel que muere ¿qué sentido tiene ya el correr del tiempo? ¿no será cierto que, para el que muere, el tiempo pasa en un instante porque en realidad ya no existe, y su resurrección al morir es una y la misma que la resurrección al final del tiempo del mundo? En esa resurrección final, el mundo que terminara, la historia que acabara, resucitaría también a una vida nueva, todo lo viejo será hecho nuevo (Ap 21:5). De esta forma, la realidad escatológica de la resurrección tiene también dimensiones que ocurren y ocurrirán tanto en el presente como en el futuro.
El Juicio [editar]
Artículo principal: Juicio Final
La realidad escatológica de el Juicio Final está muy relacionada con la de la Parusía. Se dice que, cuando Cristo venga otra vez en gloria, vendrá para juzgar a vivos y muertos. Sin embargo, esta realidad más que motivo de esperanza suele verse como motivo de temor.
Dios es un Dios de Justicia… [editar]
Antes que nada, ¿qué es lo que se puede esperar de Dios según la fe cristiana (y la judía también)? De Dios se puede esperar justicia, ésta es una convicción permanente desde los tiempos del Antiguo Testamento. De hecho, se creía que si uno obraba mal, le iría mal en la vida, y si uno obraba justamente, le iría bien: puesto que Dios es justo, no podría ser de otra forma. Las experiencias de la guerra y la dispersión hicieron ver en el pueblo de Israel que esto no necesariamente era así. Sin embargo, su convicción de que Dios es justo no cambió, lo que cambió fue su concepto de cuándo se puede esperar que se haga justicia. En vez de esperar a que sucediera de inmediato en la vida, pues esto no siempre sucedía así, podría esperarse entonces al menos después de la muerte (es cuando comienza a nacer la fe en la resurrección).
…pero también de Amor [editar]
Así, al morir, necesariamente debería existir un juicio en el que se "evaluara" la vida en la tierra, y se determinara el destino que quien moría debería tener. Es aquí donde también entra en juego la fe cristiana en un Dios de amor y de perdón. El momento del juicio, antes que ser motivo de temor, debería ser motivo de esperanza: de esperar justicia, pero también purificación, perdón y salvación. Junto con las escenas que retrata Jesús sobre la situación de llanto, sufrimiento, fuego y tinieblas, siempre van acompañadas de la urgencia y la invitación a no dejar pasar la oportunidad de no perderse la fiesta, a estar en vela esperando con emoción el momento de celebrar la boda, etc.
¿Quién sería el juez? [editar]
Otra cosa a tener en cuenta es quién sería el juez. Lo que se tiene claro para el cristianismo es que el juez no es otro sino Jesucristo:
- Al final de cuentas, la historia del mundo y la vida se decidirían de acuerdo al sentido que Jesús le dio a su propia historia y vida, con base en el Reinado de Dios que predicó, vivió y por el cual murió. El cristianismo propone que, en Jesús, la historia y los motivos para la vida cobrarían un sentido pleno, Jesús se convertiría así en el único modelo de vida verdaderamente plena de sentido y por lo tanto en el crisol a través del cual todas las demás vidas e historias quedarían comparadas, o juzgadas.
- Jesús deja también claro que, más que las palabras, importaban los hechos (no todo el que me llame ‘Señor, Señor’ llegará al Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad del Padre Mt 7:21-23), no porque la justicia se gane (para el cristianismo esta viene por gracia), sino porque …todo lo que hicieran con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron. (Mt 25:31-46)
- No habría que olvidar de todas formas qué características tiene el juez. Es el mismo del que se dice que "pasó haciendo el bien, y sanando a todos los oprimidos…". Si en su momento en la tierra Jesús fue redentor, no habría porque pensar que ahora sería vengador. No vine a condenar al mundo, sino a salvarlo. (Jn 12:47)
¿Cuándo ocurriría el juicio? [editar]
Para la escatología, el juicio también tiene dos dimensiones: una presente, que sucede ya, y otra plena, que sucederá al final.
Como en el caso de la resurrección, el juicio sucedería ya en la vida de cada persona: cada vez que se decidiera por el bien o por el mal, cada vez que se tomara una opción por la libertad o por la opresión, por el amor o por el pecado, se estaría haciendo un juicio. El juicio, en este caso, lo hace cada persona, pero es con ese tipo de juicio que cada quien hace de sus propios actos con el que sería juzgado después: la vara con la que mides es con la que serás medido. De esta forma que el juicio ya estaría ocurriendo hoy para cada quien, conforme cada quien se decidiera por el amor, la libertad y la paz (los valores del Reino), o la injusticia, el odio y el egoísmo (los valores del mundo).
Por otra parte, lo mismo que con la resurrección, el juicio final sucedería plenamente al final de la vida de cada quien. En ese momento, según la fe cristiana, cada quien se encontraría resucitado cara a cara con Jesús, y ante su mirada quedarían juzgados, y llenos de sentido (o absurdos) todos y cada uno de los actos y hechos de la vida. En ese momento, dependiendo de las opciones fundamentales de vida de cada quien, se iría por uno u otro camino: el sentido absoluto (la salvación) o el absurdo. Esta dimensión, del juicio al final de la vida, sería la misma que el juicio final, al final del tiempo: cuando la historia llegara a su fin también tendría un juicio, se le daría un sentido o un absurdo en función del juez, Jesús.
1 responses to “Muerte y Religion”
Cuervo
11 de enero de 2008 a las 19:33
Intentar explicar qué ocurre al individuo después de su muerte, partiendo de las ideas de religiones añejas o recientes, es, de principio, aceptar la viabilidad de la idea religiosa. Y eso va más allá de lo que acepta un ateo. En consecuencia, es preciso determinar el sentido del punto principal: la muerte. Para la filosofía materialista (Pelayo García dixit), muere el individuo, fallece la persona, y eso no incluye ninguna alma con vida posterior. Veamos:
Muerte
Reducimos la idea de la muerte al concepto positivo de organismo muerto o cadáver (con lo cual eliminamos la definición de la muerte por medio de la idea de «aniquilación») sin que por ello consideremos que nos hemos logrado desentender de la idea de la Nada. La Muerte no será, por tanto, una aniquilación, sino una transformación del organismo vivo en un cadáver. Y el cadáver no es la nada. El cadáver conserva, incluso en general, la individualidad propia del organismo viviente (los escolásticos hablaban de una «forma cadavérica»). Es cierto que la muerte puede comportar ya de inmediato (por ejemplo, la muerte en la hoguera) una transformación tal del organismo vivo que las partes formales de este organismo ya no tengan ningún coordinante con las partes del organismo muerto reducido a cenizas (es decir, a partes materiales [28]). Pero estas pueden considerarse como transformaciones ulteriores del cadáver y no invalidan la definición originaria de la muerte como transformación del organismo viviente en un cadáver (que, con mayor o menor velocidad, habrá de sufrir a su vez transformaciones ulteriores). Nuestra definición positiva de la «transformación mortal» no constituye ninguna reducción conceptual, desde el momento en que su concepto está sinecoidalmente vinculado [37] a concepciones alternativas pero inevitables en torno a la vida orgánica y en torno al cadáver.
(I) Ante todo tenemos que tener en cuenta lo que se entiende por organismo vivo, puesto que este concepto es extraordinariamente complejo, oscuro y confuso. Por consiguiente, que los tipos de análisis al respecto serán muy diversos entre sí: unos tienen pretensiones transcendentes y otros tienen pretensiones inmanentes (respecto del horizonte corpóreo de la propia vida orgánica). Presentaremos dos modelos: Un modelo transcendental y metafísico, y un modelo inmanente.
(II) En segundo lugar, la definición positiva de transformación mortal, también ha de considerarse vinculada, de modo sinecoide, a concepciones alternativas de muerte. {SV 207-210, 213}
En el contexto de la cuestión presente, lo que nos importa es diferenciar la individualidad orgánica humana (zoológica, genérica) de la personalidad humana, sin entrar en los problemas de la diferenciación ulterior entre la persona humana y posibles personas no humanas [278-295]. El individuo nace y muere; pero la persona no nace, salvo por metáfora, ni tampoco muere (salvo por metáfora): la muerte transforma al individuo en un cadáver, pero no hay cadáveres de personas como tampoco hay embriones de personas. El «nacimiento» de la persona presupone un individuo humano altamente desarrollado. Podemos decir que, dado un individuo, en condiciones adecuadas sociales e históricas, llegará a constituirse como persona. La «constitución» es a la persona lo que el «nacimiento» es al individuo. La constitución de la persona es un proceso, como también lo es el nacimiento, pero dado a otra escala. El idioma español tiene una palabra que, en su uso más propio, se aplica específicamente al «término de la vida personal humana» pero no con propiedad al final de la vida individual zoológica (o humana pero en cuanto zoológica): es la palabra «fallecimiento». En español decimos que «ha fallecido tal persona», pero sería ridículo decir que «ha fallecido tal caballo»: diremos que ha muerto. Por tanto, la persona fallece, no muere: muere el individuo. Si bien postularemos que el fallecimiento de la persona se produce única y exclusivamente como consecuencia de la muerte del individuo con quien está unido hipostáticamente. Podría, sin duda, sostenerse la posibilidad de hablar de un fallecimiento de la persona anterior a la muerte de su individualidad, de la misma manera por la que la persona se constituye después del nacimiento del individuo. Esto obligaría a retirar la condición de persona a un individuo que por enfermedad, accidente o decrepitud congénita o senil está –como se dice en lenguaje psiquiátrico– despersonalizado. Sin embargo, en la mayoría de los Estados (por no decir en la totalidad) ha parecido prudente subordinar el fallecimiento a la muerte, dada la posibilidad, por remota que ella sea, en muchos casos, de que el individuo des-personalizado se recobre en algún momento, aunque no sea más que para testar, como cuando se recobra diariamente después del sueño. Los desfallecimientos de la personalidad que tienen lugar anteriormente a la muerte del individuo no deberían ser, pues, confundidos con un fallecimiento. Y en todo caso, no hay que olvidar que la despersonalización que en nuestra sociedad de masas, amenaza cada vez con más fuerza a los enfermos terminales y ancianos, es un efecto de esa sociedad antes que un efecto meramente «biológico».
Si la muerte del individuo no es una aniquilación –sino una transformación– tampoco el fallecimiento de una persona es una «aniquilación». Porque siendo la personalidad una estructura que se recorta en un espacio interindividual, en el que tienen lugar las influencias mutuas de con-formación personal, habría que decir que una persona, después de fallecida, puede seguir ganando, como el Cid, batallas (o acaso perdiéndolas). Es decir, puede seguir conformando, influyendo o moldeando a las demás personas y, por tanto, puede seguir actuando, es decir «viviendo» una vida personal y no meramente espectral. En algunos casos incluso el fallecimiento constituye el principio de una más amplia vida personal y de esto podrían citarse muchos casos, desde Pericles hasta Jesús, desde el Cid hasta Mozart, desde Mendel a Cezanne. De todas formas, parece evidente que salvo en casos excepcionales (los casos de los llamados héroes culturales), el fallecimiento de la persona lleva aparejada la extinción progresiva de su influencia en los demás, aunque nunca su aniquilación, por infinitesimales que sean sus efectos. {SV 216, 220-221}